Jaiku del mes

ISSA

De no estar tú,
demasiado enorme
sería el bosque

kimi nakute
makoto ni tadai no
kodachi kana

lunes, 10 de enero de 2011

APESTAN LAS EXPOSICIONES

Me encanta ir a exposiciones, me evado, me inspira, me evoca, me  sumerge en mundos nuevos, en universos sumergidos de los que me cuesta salir. Pero muchas veces la gente me saca  de ese estado subacuatíco en el que la gravedad no pesa y las idéas fluyen como el agua del mar.

No hay día en una exposición que no se me ponga un tipo detrás, con la voz grave, hablando precisamente del cuadro o la foto que tenemos delante haciéndose el experto:

Ejemplo: Mira, ese es Valle Incán (irreconocible si le parece), era un escritor muy importante del siglo XVIII.  Normalmente se equivocan o llegan a lugares comunes "yo es que a Picasso no le entiendo" o  " "esto lo podría hacer mi hijo"

En ocasiones estas personas van por parejas. Se te ponen detrás, o al lado, y escenifican una especie de diálogo que es tan natural como el programa que hay a la hora de comer sobre juicios en telecinco.

-Sí, cariño...  estas líneas verticales son apasionantes
-Interesante, pero qué me dices de las oblicuas...

En el caso de que el diálogo se quedase ahí, estaría bien, pero normalmente lo acompañan de un viaje de su dedo a escasos milímetros del lienzo que me pone mala. ¿Quien son ellos para hacerlo? ¿Por qué narices tienen que interferir en mi campo visual? Suelo refunfuñar, incluso decir un "qué asco" bajito, pero asegurándome que me  escuchan...

Luego están las carreras. Las exposiciones, al estar  saturadas de gente (como casi todo ya, que es que te vas a los pirineos buscando soledad y no paras de decir hola y adiós como si estuvieses en la gran vía), generan, como iba diciendo, un circuito, un flujo de gente contínuo que permanece no más de 5 segundos delante de un cuadro. Si ven que te quedas más rato, los visitantes que están detrás de tí,  en lugar de pasar por tu espalda, pasan por delante interfiriendo nuevamente en  tu visión.
También ocurre que si te ven concentrado en un cuadro, van a mirar a ver si son capaces de ver lo mismo que tú. Está claro que es raro que entre 100 cuadros  les guste el mismo cuadro que a ti, no... no puede ser por eso Lo hacen por el mismo motivo que en un mercadillo, si hay un puesto hasta los topes de gente, los que pasan, van corriendo allí a empujar.  Incluso preguntan ¿Regalan algo? - Pues una docena de plátanos, señora.

Cuando el del turno de detrás detrás se pone al lado tuyo mirando, sientes su respiración, y el atasco es doble porque genera que los de detrás del de detrás tenga que cruzar a dos personas. Y siempre por delante.

 A mi, como no me gusta ir en cola, ni seguir a mis congéneres de hábitos gregarios, suelo ver las exposiciones buscando los cuadros que no tienen a nadie delante.  Cuando termino de ver imp.  me coloco en el centro de la sala, y me dirigo al siguiente que está vacío.

Y no puedo dejar de mencionar las luchas de poder.  Sucede cuando estoy yo, tan agusto, en medio de un cuadro, como el duque en sus dominios disfrutando de la experiencia, sumergida en la escena y con mis sentidos zambulléndose alegremente. Siempre hay alguien que, igual que una señora que se quiere sentar en el metro, se me pone al lado intentado "pillar el sitio".   Se colocan tan cerca que su brazo y el mío se llegan a rozar. Estamos rodeados de aire, ¿por qué narices tiene que ponerse aquí mismo? al percibir que yo no pierdo me puesto, el tipo se adelanta, y sin que yo me lo pueda creer... ¡se pone delante! apenas diez centímetros pero me imposibilita ver el margen.... en ese momento ¿¿qué haces??¿ te pones tú delante empujándole?  Por supuesto que sí. Y entonces él, se adelanta, y se pone, el muy gilipollas, en cuclilllas.


Y pienso yo: Si esta es la gente con la que te topas aquí dentro.... cómo no serán los de fuera.

Deprimente

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