Mi yo racional me escribe esta carta a mi misma para implorarme de rodillas que por el amor de dios siente la cabeza.

Mi yo racional me escribe esta carta a mi misma   para   implorarme de rodillas que por el amor de dios  siente la  cabeza.

Si, lo digo en serio. Porque hay que tener las cosas claras y lo que yo quiero es ser escritora. Me encanta esa parte imaginativa que sale a borbotones por mis poros. Porque soy una artista. De modo que nada de trabajar, madrugar, o de aguantar a jefes. Prefiero levantarme cuando me plazca, desayunar, pasearme por casa en pijama y no poder quedar con nadie porque tengo que escribir, a no ser claro que me apetezca. Y quedarme despierta hasta que me harte,  salir los miércoles, los lunes y los domingos. Danzar por el rastro borracha como una chuza. Asistir a cursos, leer, visitar exposiciones, quedar con mis amigos  tan ociosos como yo y contarnos historias hasta el amanecer.

¡Eso! Y para eso ¿Qué es lo que tengo que hacer? Claramente, ser escritora.  

 Y se preguntarán ustedes, ¿Qué tiene que ver eso con sentar la cabeza?

El caso es que yo, la parte racional debo intervenir porque cuando me preguntan, ¿Qué has hecho el fin de semana? Me pongo en evidencia. Llevo seis meses sin ir al cine,  no tengo tele ni Internet, leo pero tampoco tanto, salgo, pero no siempre… ¡Y es que no nos podemos engañar!

 He de admitir que me he hecho con un grupo muy majo.  Tiene muy buena actitud, ganas, energías, excelente predisposición…  pero a pesar de ello tengo que cesar. Debo  escribir y el sexo me ocupa todo el tiempo.  Encima en verano, que tengo jornada continuada,  en lugar de escribir hasta que llega la noche (y con ella el amor), lo que hago es invitar a mi Romeo a dormir la siesta. ¿Y cuando me voy a poner a escribir? Los fines de semana tengo el del viernes, el del sábado y el del domingo. Y claro si  el que viene a diario se ha puesto malo ¡La hemos liao! ¡Porque el del domingo no puede venir el lunes, el del sábado tampoco el domingo y el del viernes de repente lo cambia al martes!  Y ya, si vienen los de las vacaciones y las escapadas, ¡para qué queremos más! Siempre surge algo: Te llama aquel que se había echado novia porque la ha dejado,  o aquel amor de hace diez años, o  el primo de tus amigas que viene a pasar el fin de semana a Madrid,  o su  hermano…

 Esto es una verdadera locura. Es preciso ser malabarista para conseguir salir a flote. Y claro, a este ritmo, ¡quien tiene tiempo para escribir! ¡si apenas duermo! Y menos mal que almuerzo  en la oficina, que si no estaría muerta. A eso me va a llevar esto: a la muerte. Y yo lo que quiero es ser escritora, eso es, eso es…

¡Pero parece mentira que seas la parte racional! ¡Escritora! ¡Lo que eres es una vaga! Lo que hay que hacer es trabajar,¡Y no es normal que la parte emocional diga esto! ¡por favor! Lo único que quieres es salir por ahí, emborracharte, ir al cine, al teatro, andar de charla, tirarte  las mañanas tumbada,¡habrás he visto! Bala perdida, holgazana, ¡te parecerá bonito! A ver si te enteras que ahora que somos jóvenes tenemos que ganarnos la vida, labrarnos un futuro… ¡Y total! ¿Qué son ocho horas frente a veinticuatro? Y los viernes a las tres libres.  ¡Eso es una maravilla, mujer! Una buena empresa, esforzarte en tu trabajo, la hora del desayuno, las charlitas con los compañeros,  el calorcito de una nómina,  ummm… ¡qué delicia! ¿Pero estás mal de la cabeza? Parte racional, por favor, recuerda que el otro día tuvimos que llamar a nuestra hermana de la emoción incontenible producida por esos orgasmos... ¿Cómo vamos  a dejar de chingar? ¡Madrugamos, curramos, y hacemos lo que haga falta! Escribir… escribir, ¡te voy a dar yo a ti, escritora!