Esto era un taburete que tenía tres patas y una se le quebró. Pasaba por allí un humilde carpintero que le ofreció una tercera pata. Antes de seguir derrumbado el taburete accedió, aunque no de inmediato: Le costaba aceptar una pata nueva. Las cosas nuevas no le solían gustar. Sorprendentemente, al colocarle la tercera pata le inundaron un sinfín de sentimientos nuevos. Al verle alegre el carpintero le ofreció una cuarta pata. Pero en su interior el taburete continuaba receloso de las novedades y viéndose ahora firme le respondió que no quería la cuarta pata, que con tres la bastaban. El carpintero prosiguió su camino y la siguiente semana al taburete se le rompió otra pata y cayó de nuevo derrumbado.Nadie volvió a pasar por allí, y hoy, muchos años después, sigue tirado en el suelo.
Nunca sabrá lo que le hubiese despertado aquella cuarta pata…
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