Jaiku del mes

ISSA

De no estar tú,
demasiado enorme
sería el bosque

kimi nakute
makoto ni tadai no
kodachi kana

jueves, 17 de febrero de 2011

CONFESIONES INCONFESABLES 3: MAGIA NEGRA




Hoy es el turno de una confesión que, a quien me conoce, desconcertará.

He practicado magia negra.

¿Por qué surgió esa idea?

Siempre he tenido el deseo de recorrer mundo, de viajar a ciudades desconocidas, y una vez en ellas, pisar cada palmo de calle, cada escalera, cada parque… incluso de China. Era una necesidad loca, compulsiva y extraña de aprehender la vida pisando cada milímetro del planeta, como una aguja que enhebra los hilos en una tejedora. Por otro lado anhelaba poder ser otra para poder actuar como en un sueño lúcido, cuando sabes que todo lo que hagas no saldrá de la cama.

Coincidiendo con las Navidades, me dirigí a los puestos que colocaban en la plaza. Allí vendían pipas extrañas, amuletos, pulseras y libros de sugerentes tapas coloridas y hojas monocromas, rudas y amarillentas. Lo bueno de medir un metro veinte es que en los mostradores lo ves todo muy de cerca, y que puedes quedarte minutos parada sin molestar al de detrás. Es otra de las muchas cosas que echo de menos de tener diez años…

Recuerdo que salía con mis trescientas pesetas en el bolsillo y con la esperanza en el corazón de hacer un embrujo que me acercase a mis deseos. Hacía frío y con la bufanda empapada por al vaho al cubrirme con ella hasta la nariz, observaba con mirada analítica aquellas cubiertas de libros llenas de sangre y vísceras.

“Budú”. En esta portada aparecían unas velas rojas rodeadas de ojos humanos con venas colgando y un muñeco de trapo empapado en plasma. Al leer la contraportada vi que no me iba a servir para nada. Otro de los libros era “güija”, y salía una tabla con una brújula y una vela en una estancia oscura que simulaba ser un palacio abandonado y un monstruo detrás. “La verdad sobre los conjuros” se acercaba a mis pretensiones en el tema aunque como la portada era simplemente negra, lo deseché. Al fin mis ojos descubrieron algo muy interesante. La portada contenía la imagen más aterradora que había visto jamás: aparecía el diablo de cuerpo entero, unas tetas cortadas sangrando sobre una mesa y la cabeza de un macho cabrío con los ojos inyectados en un fluido amarillo amenazador. Se titulaba “Magia Negra, la peor pero más efectiva” y en la contra pude leer “aprende a conjurar al diablo y consigue su poder”

Yo buscaba efectividad y punto así que me guardaron el libro en una bolsita verde de una textura fina similar a las de basura pero lo suficientemente opaca para que no se adivinase el interior. Al llegar a casa mis padres me preguntaron si me había comprado algo a lo que dije que no, para poder ir directa a mi cuarto. Estaba atardeciendo y el sol imprimía un mosaico de sol en la pared como estrellas alineadas. Me senté en el suelo y abrí el libro por el índice: “Conjuro para dominar a otras personas”, pasé. El siguiente era “cómo cumplir tus sueños”, me gustó pero me pareció demasiado general. Seguí leyendo: “Hechizo del poder mental” “Hechizo para hacerte un doble” ¡un doble! Eso es exactamente lo que necesito, una que sea igual que yo, que se vaya al cole mientras yo me voy a pisar el mundo entero.

“Precaución, este conjuro es muy peligroso”Pasé de largo las advertencias y me fui directa a la acción. Quizá por el mismo motivo que enciendo la lavadora sin leerme las instrucciones:

1. Este hechizo se debe realizar estando totalmente solo. Tienes que ponerte delante de un espejo, con la luz tenue.

Abrí el armario y me vi reflejada en el espejo de la puerta. El sol se estaba poniendo y sus últimos rayos se reflejaban como lanzas con polvo en suspensión. Eché el pestillo. Todo estaba bien.

2. En un recipiente coloca lo siguiente: dos uñas, dos pelos, y dos gotas de sangre.

Vacié un bote de lápices de cristal. Las uñas me las corté con el colmillo derecho superior y el incisivo inferior, lo sigo haciendo así. El pelo me lo arranqué, y para la sangre me mordí la encía. Siempre he sido muy bruta, lo sé.

3. Hay que hacer un sacrificio

Salí a la terraza, cogí un caracol, y con todo el dolor de mi corazón, una vez encerrada de nuevo en mi cuarto, lo aplasté contra el suelo.

4. Ahora espera mirando al espejo, tu doble aparecerá a tu lado. Tú la manejarás, y recuerda que has conjurado al diablo, y que deberás servirle en todo lo que te pida.

Estuve esperando hasta pasada la hora de cenar, cuando mis padres me obligaron a abrir la puerta. Cuando vieron al caracol (con lo que yo le quería) aplastado, las uñas y aquel libro terrible… desearon tener una hija más normal.

Menos mal que ahora vivo en la gran ciudad, que es anónima, y que en cierta forma me permite sacar a ese alter ego que vive dentro de mí.

3 comentarios: